Madrid, 8 de octubre de 2023
El fit perfecto: ligeramente heredado de tu padre.
Madrid, 8 de octubre de 2023
El fit perfecto: ligeramente heredado de tu padre.
Madrid, 7 de octubre de 2023
Tras unas pochas con almejas, el cogote de merluza y el vino castellano, llega la insoslayable conclusión: ontológicamente, el contrario de ChatGPT debe ser España.
Venecia, 18 de agosto de 2023
El manierismo, hasta sus últimas consecuencias, es inasumible—da demasiado dolor de cuello.
Madrid, 13 de agosto de 2023
Que la civilización —y sus éxtasis como el Renacimiento o la victoria en la batalla de Maratón— es obra de gente con la nariz grande admite poca réplica a estas alturas.
Madrid, 12 de agosto de 2023
Hay algo bárbaro en la ropa entallada y su renuncia a disimular aquellos defectos aparentes para exponer nuestras más íntimas vergüenzas. A. decía que nunca estaría con un hombre que llevase los pantalones más ajustados que ella.
Madrid, 9 de agosto de 2023
Los náuticos, hasta la adolescencia, tolerables; a partir de ella, solo sugieren la capitanía de un barco que fracasó—y por tu culpa.
Madrid, 22 de julio de 2023
Llevar el puente de la nariz graciosamente manchado de café es un modo de enfrentar el mundo como otro cualquiera—y es el mío.
Madrid, 21 de julio de 2023
«Es usted una de las mejores personas que conozco: tiene un corazón tan grande…; eso sí, como jefe, arruinaría a cualquier empresa».
Hasta el punto y coma, pura hipérbole; tras él, acaso la constatación de un hecho, no menos cierto por la mera circunstancia de no haber sucedido.
Madrid, 4 de julio de 2023
E ir a notaría recolocándote el nudo de la corbata con esta sonrisa que no se te quita tras haberte cruzado con Amber Heard corriendo —ella, no tú— por Serrano, a la altura de la bandera de Colón. (Tanto como decir dos patrias en horizontal, a la manera de Eurasia, que se extiende desde España hasta el Japón).
Madrid, 2 de julio de 2023
El arte contemporáneo—tan necio como las espléndidas bacanales de la ciudad durante la antigüedad, mientras tras las murallas los bárbaros apostados en las montañas se calentaban con fuego y avistaban Roma con ojos fieros llenos de envidia.