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«Podrían resumirse así: este es el triunfo de los modelos paganos en el más católico de los siglos con el más católico de los reyes al frente, oh paradoja; y en medio de la Contrarreforma y la fiebre mística que recorría España, la más clara proclamación de la sensualidad y los “frescos racimos”, que dijo Rubén Darío […] Y la de vueltas que da la vida: casi cinco siglos después también sigue el reino de Bélgica más o menos como lo dejó Guillermo de Orange, a merced de oscurantistas y atormentados. A cada cual le corresponde ahora escoger de qué lado de la vida quiere estar, el de los “frescos racimos” o el de los siniestros y “fúnebres ramos”, por seguir con Darío».

Andrés Trapiello en El Mundo –por lo demás, la libertad de la constitución fue siempre eso para mí: un fresco racimo, núcleo de un bodegón espléndido. Pero no me engaño acerca de su sino: la nature morte.

(De Bélgica, como de la voluntad como soporte de lo ético, no cabe hablar).

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