(xxii)

(Las francesas) «Fue en París, antes de la era Sarkozy. Un amigo periodista hacía cola pacientemente en una oficina de Correos para enviar un paquete. Llevaba bastante rato y estaba a punto de llegar cuando apareció Carla Bruni. Magnética, recorrió la fila hasta llegar al colega y musitó: “¿Me deja pasar? Tengo un poco de prisa”. Mi amigo es francés comme il faut, por tanto, galante (aún no existían los micromachismos): “¡Por favor, pase usted! Carla Bruni, ¿verdad? ¡Qué grata sorpresa! Conocerla así, en una cola de Correos…”. Ella sonrió brevemente. “No, ya ve que cola no hago”. Y pasó a la ventanilla».

Fernando Savater en El País.

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