Lago Maggiore, 26 de agosto de 2022
Cantábamos canciones italianas mientras nos vestíamos de seda e hilo de Escocia. Tutto va bene quando facciamo l’amore.
Lago Maggiore, 26 de agosto de 2022
Cantábamos canciones italianas mientras nos vestíamos de seda e hilo de Escocia. Tutto va bene quando facciamo l’amore.
París, el mismo día, algo más tarde
An insider tip: en el Café de Flore puedes pedir agua de Perrier por una pequeña fortuna y ya es cosa tuya imaginarte que es champán. (A mi lado, un asiático fofo, cuya soupe à l’oignon gratinée despide un olor que llega hasta a mi mesa, come a dentelladas).
París, 23 de agosto de 2022
En el Museo de Orsay, où je trouve la beauté sans la tragédie—la diferencia más consistente entre el artista francés y español es que, encarado el Aqueronte, aquel se construye un florido puente de piedra y lo cruza saltarín, mientras que el español se tira al agua de cabeza. Allí mismo ordenamos queso e higos.
París, 22 de agosto de 2022
Visito con D. la tumba de Baudelaire, en Montparnasse. Está llena de porquería. Je le hais comme vous haïssez Dieu. Tras la flânerie, cenamos falafel en un restaurante llamado Marianne, alegóricamente.
Águilas, 16 de agosto de 2022
Y si nada hago, es porque nada tengo que hacer.
Madrid, 30 de julio de 2022
Andaba recordando cuando vimos Fiebre del sábado noche bajo una manta de Ezcaray, hace un invierno, en Madrid. La parábamos de vez en cuando para bailotear juntos en el salón, y durante los días siguiente solo queríamos contornearnos como Tony Manero, vestir como Tony Manero, ser Tony Manero. Entonces le dije a D. que jamás fui tan feliz como aquella noche.
Madrid, 28 de julio de 2022
Bajaba por Concha Espina oliéndome el perfume de verano en las muñecas.
Madrid, 24 de julio de 2022
Qué encantadora exposición, la de Paret en el Prado. Y el paseo con D. por el Retiro.
Barcelona, 22 de julio de 2022
Excepto El Diego, la champaña y el derecho mercantil, todo lo demás me ha decepcionado alguna vez—y habitualmente más de una.
Barcelona, 19 de julio de 2022
El café de Barcelona es superior al de Madrid, pero fracasa en el poso.