(Anglófilos y francófilos) «Nos asomamos a una mala ventana para mirar el mundo. España se ha pasado un siglo encaramándose a los Pirineos para contemplar a Europa. Pero Francia no es un buen punto de vista. París es la ciudad de todo el que aspira a divertirse, y acaso también la capital del mundo artístico. Pero todo el hombre que trabaja en grande pasa por Londres, como todo el que se divierte con cierto fasto pasa por París. Londres es la metrópoli del trabajo y del tráfico mundial. París nos ofrece un universo pulido y pintoresco, pero artificial y engañoso. Las realidades hondas y bruscas han de buscarse en Londres; allí se deciden los verdaderos sentidos de los pueblos».
«España e Inglaterra», artículo de Ramiro de Maeztu publicado en La Correspondencia de España en 1905 y citado por David Jiménez Torres en Nuestro hombre en Londres. Por supuesto, el español prudente se cuidará de preferir en un sentido u otro, e incluso no encontrará demasiados problemas en desmentir con sus acciones al autor: trabajando en grande en París, y divirtiéndose con cierto fasto en Londres. AstraZeneca mediante.
(Sostiene Janan Ganesh en Financial Times: «dentro de Occidente, Londres y Nueva York constituían una liga de dos antes de la pandemia y probablemente lo harán mucho después. Aunque la difusión del inglés como segunda o primera lengua recorte su ventaja, intenta copiar esa ‘libertad interna’ (inner freedom). Se trata de una soltura cultural (cultural looseness), una ausencia de códigos y etiquetas que hacen que incluso las mayores ciudades de Europa continental sean complicadas para los forasteros». Pues bien, Mr Ganesh. Conozco un poblachón manchego que…).