En un tren hacia Murcia, 26 de enero de 2025
Tantas veces he criticado, por perezoso, al león de San Marco —una acuarelita que compré hace dos veranos en Venecia y que cuelga de la pared frente a la puerta de mi casa con la idea de protegerme, a la manera en que en la verja de algunas fincas se anuncia la presencia de un perro— y ahora me doy cuenta, leyendo Marca de agua de Brodsky, de que fue él quien me salvó del incendio de esta navidad. A mi vuelta a Madrid pienso hacerle un pequeño altar, y derramaré algunas libaciones—de amontillado, por supuesto.